Sunako Nakahara

Aparente, era una buena maestra... Pero parecía desquiciada, eso sí. Danieve se la quedó mirando un rato antes de decidir presentarse. Ese día, luego del desayuno, tuvo que volver corriendo al cuarto a buscar las armas, Korah le dijo que eran fundamentales, o al menos parecía serlo, para las clases. Aunque en ese momento, el vampiro no había leído los horarios de clases, no se equivocó en lo absoluto.

-"Tengo que aprender a usar las armas si quiero salir adelante"-reflexionó ella mientras bajaba su vista al cinturón que tenía puesto ese día: portaba la espada larga junto a su funda y tenía a ambos costados los abanicos esperando ser usados.-"Sólo espero poder ser buena en esto..."-suspiró

En tanto, el vampiro se había movido de su lugar, avanzado hasta llegar a donde Sunako lo pudiese ver y haciendo una breve y educada reverencia se presentó.

-Korah Athanas.- dijo mientras se incorporaba y volvía a su sitio.

Para el vampiro, la cosa le parecía casi absurda. La clase para él no iba a presentar un gran reto, o al menos, eso le gustaba pensar. Llevaba demasiado tiempo en compañía de esa espada y sabía manejarla lo suficiente como para no tener ningún error. Con una mano, empujó a Danieve para que se presentara de una buena vez. La castaña, al principio, caminó algo insegura, pero después pareció resignarse al hecho de dar marcha atrás y no le quedó otra cosa que presentarse.

-Soy Danieve O'Nash, un placer profesora.- expresó ella y sólo para quedar bien, imitó a los demás haciendo una reverencia bastante hermética

Al finalizar la otra clase, el joven alemán había salido con una jaqueca
monumental, no entendí a demasiado eso de que si estaba muerto tenia dolores
como aquel, pero en fin eran misterios de los de su raza, tal vez de cierta
forma lo agradecía así no se olvidaría tanto del umbral que le recordaban que
la vida por mas larga que fuera tenia que vivirse hasta disfrutarse al máximo.


Dibujo una sonrisa satisfecha en sus labios. A pesar de que la maestra le pareciera un
tanto desordenada y poco elocuente, hablar de armas era algo que le atraía,
aunque no precisamente aceptara la idea de dejar a sus gemelas solas o
remplazarlas,- eran un regalo muy preciado para el y no permitiría que nadie se
atreviera a tocarlas o siquiera quitárselas-miro a sus compañeros unos
aburridos, otros ya monótonos después de tantas presentaciones y ejercicios de presentación,
entonces se percato de que faltaba una personita, una pequeña pero gran
persona, que siempre rompía el silencio
con sus murmullos con el primero que encontrara a su lado, entonces donde estaban esos murmullos. Corrió
sus ojos oro por la sala en su búsqueda, sin siquiera encontrar un objeto
gigantesco que pasara su altura y la pequeña morena que no pasaba del metro
sesenta si no es que media mucho menos.


“Se voló la clase “sonrió con dejo de desaprobación, no era su problema pero si era algo
que le llamaba la atención.


Se puso de pie grácilmente, manteniendo esa sonrisa torcida dedicándosela enteramente a la
maestra que parpadeo, conociendo las claras intenciones del joven que esta vez no deseaba obtener nada de su
postura, mas bien estaba disfrutando de su chiste particular que empezaba con la letra M y tenia una variación e colores irregulares, iguales a su pensamiento, pero la mujer solo se mostro indiferente a sus encantos, y espero
a que dijera su nombre.





-Mihael Schäfer-expreso con su musical voz, volviéndose a su asiento.

.

Danieve observaba con asombro como todos peleaban y le daban algo de trabajo al asistente de la profesora. La castaña miraba con asombro y con cierto grado de envidia como todos se movían con destreza, agilidad y como usaban sus armas. Ella no podía hacer eso. A penas sabía como tenía que poner sus manos para empuñar una espada y sólo sabía usar los abanicos como el resto de las personas que desconocían este mundo del que ella había tomado conciencia hace relativamente poco.
Observó como un felino con especial atención a Matsu, ella usaba abanicos también, no supo si eran igual o distintos a los de ella, mas aún así la observó, esperando que los usase para tener aunque sea una idea de lo que podía llegar a hacer con ellos. Es que Korah no le había dicho demasiado cuando fueron a comprar sus armas, sólo dijo que las necesitaría en algún momento, pero nunca le enseñó a usarlas ni nada. Ella solamente se quedó de pie a un costado mientras Korah hacía los negocios.
Pero Matsu no les dio uso a los abanicos en ese encuentro, eso la desanimó un poco, pero seguramente la vería ponerlos en practica en algún momento del año.
Siguieron otros enfrentamientos, a los que Danieve observó con atención como el primero entre Hiroshi y el lobo.

-Siguiente...O'Nash.-pronunció Sunako y Danieve dio un respingo y miró a la profesora.

"Haré el ridículo"pensó ella bajando la cabeza y observando sus armas. Mas una mano se posó en su hombro y un susurro le dio animos.

-Has visto a la mayoría como lo hace ¿verdad? Si bien no puedes copiar sus movimientos, al menos tienes una idea de cómo usar esa espada... Usa esa cabeza que tienes.-Korah estaba a su lado diciendole aquello, mas miraba al frente. Viendolo de reojo, pudo verlo ebozar una sonrisa breve-Harás lo que puedas y lo harás bien... sólo piensa rápido

Y la empujó para que comenzara a caminar hacia la tarima. La chica avanzó algo torpe y casi se cae por aquel empujoncito. Una vez que se subió, notó como la Sunako observó sus armas con detenimiento, aunque sin el brillo que Korah pudo notó en los demás.

-Tus armas son...- comentó Sunako a Danieve quien tardó un poco más que su amigo en notar aquello.-bastante simples...- Danieve no se sintió ofendida.
-Va a ser la primera vez que usaré una, profesora...-admitió un poco avergonzada.
-¿Ni siquiera...has jugado a los espadachines de niña?-inquirió. Danieve negó la cabeza, si bien tenía primos, con Daina solo jugaban a las muñecas y Shan... bueno ella le tenía cierta vergüenza. El espirítu de Danieve, de por sí, no era demasiado aventurero como el de Daina, quien solía proponer juegos arriesgados y de niños que comparía con su hermano mientras Danie se quedaba a un lado, generalmente haciendo de arbitro.

Sunako alzó ambas cejas, sorprendida. Pocas veces ha tenido casos como ellos. Más normal era que no conociesen la existencia de otras razas, pero que nunca antes haya tocado un arma... realmente eran pocos, poquisimos casos. Aunque después de todo, no era bastante raro, pero a ella siempre solía llamarle la atención y sorprenderle quizá de manera un poco más exagerada que a cualquier otro profesor en su lugar.

-Hazlo igual. Veamos que puedes hacer.-y le hizo una seña al asistente.

Danieve asintió, menos no pretendía esperar, ella no quería quedarse fuera de la clase pero... le pareció justo avisar de aquel inconveniente. Si hubiese sabido que eso le esperaba, se hubiese unido a cuanto club de arte marcial, no hubiese dejado las clases de esgrima y también hubiese empezado kendo... al menos si hubiese sido así, no estaría en desigualdad de condiciones frente a sus compañeros como lo estaba.
Caminó hasta ponerse frente a Hiroshi, hizo una reverencia y desenvainó la espada larga que, con certeza, era la única que podría manejar más o menos bien. Al menos sabía como empuñarla.

Como otras ocasiones, Hiroshi fue el primero en atacar y Danieve a penas tuvo oportunidad para bloquear el golpe. Al no esperar tanta fuerza en aquel golpe, se tambaleó y caminó hacia tras para no caerse. El asistente de la profesora siguió tirandoles distintas clases de golpes con la espada, probando cuales podía bloquear y cuales no.

La castaña tras mantener la misma postura para varios de aquellos ataques (La espada diagonal a su cuerpo y cerca del mismo), ganó un pequeño cortesito en el brazo, producto de la espada enemiga, que la rozó, aunque no salió sangre, pues no fue tan profundo. Unas lágrimas involuntarias surgieron de sus ojos, mas no cayeron. Le ardía.

Korah observaba la pelea y no tardó en darse cuenta como el asistente de la profesora se esmeraba en hacerle las cosas relativamente fáciles a Danie. También se notó como a la chica le costaba casi horrores estar a la altura de la situación.

Tras otro ataque con bastante intensidad, Danieve no pudo detener la espada del contrincante. El resultado fue que la chica perdió el equilibrio y cayó de espaldas con la espada a un lado.

-Suficiente por ahora.- expresó la voz de Sunako y Hiroshi le ofreció la mano a Danieve, quien la tomó y se puso de pie. El encuentro a penas duró unos cortisimos minutos.- Necesitas mucho entrenamiento y practica.- puntualizó la mujer.-Así como debes aprender a manejar los abanicos...-

Danieve asintió y dio las gracias, como una buena niña. Hizo una reverencia y bajó las escaleras para volver al lado de Korah.

-Me siento una completa inútil para este lugar...- susurró cuando estuvo al lado del vampiro.

Korah sonrió y le desordenó el cabello.

-Puede que lo seas... un poquito.-dijo al ver la cara que ponía la chica, pues ella estaba esperando palabras de ánimo.- Pero ya mejoraras, tienes varios años para lograrlo. Igual hazme caso la proxima vez y usa tu cabeza.

Danieve asintió y volvió su vista a la tarima. En el fondo quería mejorar ya.

En tanto Sunako pasó su vista entre todos los presentes, buscando a quien aún no había subido.