Comedor principal

Los comedores es un amplio espacio para todos los estudiantes de todos los cursos. Para no establecer conflicto entre los alumnos todos, sin excepción, serán agrupados en diferentes áreas del salón según el año escolar.

Al final de la sala se encuentran las cocinas y los cocineros que proporcionarán una determinada comida según el horario. Aquellas personas que tengan y/o necesiten una dieta determinada deben comunicarlo con el jefe de los cocineros.

Los horarios son los siguientes:

8 AM - 8:45 AM -> Desayuno [D]
14 PM - 15 PM -> Almuerzo [D]
19 PM - 19:45 PM -> Desayuno [N]
21 PM - 22 PM -> Cena [D]
1 AM - 2 AM -> Almuerzo [N]
7 AM - 8 AM -> Cena [N]

Hay que respetar las normas de convivencia. El comedor no es un campo de batalla.

La rubia ingreso en el comedor con paso apurado jalando tras de sí al pobre Fei. Tenía hambre y estaba de pésimo humor. Ya no se sentía tan avergonzada por su monumental grito, la chica nueva, Danieve, la había superado con creces al gritar aún más fuerte y luego desmayarse. Claro que tomando en cuenta que ella era mayor y menos linda y tierna que la O'Nash, pues se sentía inevitablemente ridícula.


- Apúrate que tengo hambre.

- No entiendo porque tienes tanto afán con esa cantidad de galletas podrías desayunar perfectamente-dijo el chino señalando el enorme paquete de galletas francesas de quien sabe qué-, no tenías que traerlas aquí hay suficiente comida, por si no lo sabes no sólo pagaste para que te eduquen, la alimentación va incluida.

- No te metas conmigo, Maladroit. Ya sé que aquí me darán de comer, pero sabes que como mucho y no puedo vivir sin mis biscuits.

- Si, además no queremos que acabes con las reservas de comida del instituto -bromeó Fei, aunque rápidamente se retractó al ver como Matsu lo miraba feo-. Era broma, era broma.

- Más te vale, no querrás verme enojada de nuevo ¿verdad?


La pareja avanzó hasta donde se encontraba la cocinera repartiendo la comida. El chino tomó un plato lleno de frutas y una taza de té que olía bastante bien, luego se dirigió hacia la mesa de primer año, evitó sentarse cerca de su compañero Adrik, pues no había forma de que pudiera comer cerca de eso que había en el plato del ruso.

Mientras la rubia continuaba eligiendo su desayuno. Tomó una taza de chocolate, dos flanes, una canasta de panecillos dulces, varias frutas y un muffin de chocolate que se veía tan solito que decidió que debía llevárselo.


- ¿Quedó algo para los demás?

- Idiot! -fue todo lo que dijo la rubia mientras se sentaba y empezaba a devorar su desayuno. Dio un vistazo a su alrededor y comprendió porque el amigable Fei se había sentado en un lugar tan alejado, la comida del Záitsev. Lo que fuera que había en su plato era bastante perturbador, bueno al menos para su compañero. Ella lo encontraba diferente, pero normal, no se imaginaba la cara que pondría el ojinegro si llegaba a ver al ruso cazando una presa viva.


Ambos continuaron desayunando, el chino evitando mirara el otro extremo de la mesa y la francesa saboreando cada cosa que se comía.

El vampiro de cabellos color plata aún llevaba una sonrisa burlona a pesar del hecho de que tenía que arrastrar a Danieve como si fuese una muñeca de trapo. Luego de que su examen terminara, sintió la molesta y casi innecesaria obligación de pasar a ver cómo estaba esa humana de la que venía cuidando hace ya un poco más o un poco menos de un año. Una de las chicas la iba a llevar a los dormitorios cuando la encontró, le dijo que la chica estaba bien, dentro de todo, se había desmayado por no haber comido y por posibles nervios que sintió ante el primer día de clases. Le recomendaron que fuesen al comedor y comiese algo antes de que se desmayara otra vez. Mas, debido a contratiempos inútiles y ciertos, no pudieron presentarse allí hasta pasado un rato largo.

-Como un humano puede desmayarse por una simple extracción de sangre.-comentaba mientras la sentaba en una de las dos mesas que decía "Primer Año", saludando educadamente a quienes ya estaban allí, interrumpiendo cualquier conversación que pudiese estar ocurriendo.

Danieve se dejó caer sobre la mesa y escondió su rostro entre sus manos, no tenía ganas de que la viesen luego de aquella vergüenza pública por la cual se sentía que pasó. Al ver que la chica no se movía ni siquiera para ver si alguna cocinera estaba dando vueltas por allí, Korah suspiró.

-Vamos no me digas que también tengo que ir a buscar tú comida.- expresó moviéndola sin mucho cuidado. Danieve no respondió, pero Korah sentía perfectamente que aún estaba conciente-Dios bendito...-farfulló poniendo los ojos en blanco, ahora se retractaba de haberla sentado allí primero, fue una desición idiota.

Arrastrando los pies fue a hablar con las cocineras que estaban a la cabeza de una fila repartiendo comida. Simplemente e ignorando toda la fila, le explicó la situación en la que se encontraban y lo que había sucedido en el hospital. La mujer le dio una manzana para que se la entregara a Danieve, pero le decía que aún así, hiciese la fila para buscar más.
Al volver, parecía que la chica no se había movido del lugar, ni de la posición. Korah, le puso la manzana en frente de ella.

-Come, enseguida te traigo más.-le susurró en el oído- Y haz sociales de una maldita vez, te vendría bien-

Danieve miró a penas de un lado a otro la mesa. Luego tomó su manzana y apreciando la arquitectura del piso comenzó a comerla de a poco.

Como Korah no tenía la más remota idea de qué podía comer en aquellos casos Danieve -le hacía falta con creces un libro sobre humanos "Cómo cuidarlos para que crescan sanos y fuertes"- así que, cuando pudo pedir, se encargó de llevarle cuánta fruta viese. Así pues, le llevó a Danieve un plato repleto de frutas.
La chica se quedó mirando el plato con los ojos abiertos y luego, miró a Korah. Seguramente, no tenía idea de que hacer en esos casos y le eligió lo que vio. Le sonrió vagamente y volvió su vista a la manzana que ya había terminado para ese entonces.

-Gracias...- musitó ella
-De nada.- dijo sentandose.
-¿No vas a comer?
-No, lo haré después, no tengo hambre ahora.-respondió con una vaga sonrisa.
-¿Seguro?-preguntó ella, el vampiro asintió con la cabeza y le desordenó el cabello

Danieve le sonrió y volvió su vista al plato. Si se comía todo-cosa que no creía posible- no iba a ser necesario que cenase. No iba a poder si comía todo eso.

Tras la visita con el doctor nigromante, siguieron el camino hacia el ala Norte, rumbo a los comedores. Ya que les ofrecían reponer fuerzas antes -más cuando hacía tantas horas que no ingerían nada- no iban a desaprovecharlo. Además, ella debía tomar sus medicinas.

Al inicio de las escaleras olisquearon el aroma de pan recién hecho y de frutas recién exprimidas. Faltaba poco más de dos horas para que los comedores comenzaran a recibir alumnos, pero todos los cocineros ya estaban trabajando. Obvio, el Instituto es enorme.

- ¡Hola! Os estábamos esperando.

En el último peldaño se encontraba una mujer de delantal desgastado de las veces que, seguramente, se había manchado mientras cocinaba. Acompañó a los lobos hacia su mesa y les pidió paciencia, pues en seguida regresaba con el almuerzo.

El licántropo retiró una silla y sentó a la híbrida, tal y como lo había realizado en la consulta del hospital. Esta apoyó su frente sobre la mesa de roble, mientras su compañero le acariciaba el pelo plateado.

- Giro, ya puedes volver a tu forma híbrida, ya estoy más tranquila.

Suspiró resignado.

Su vello fue reemplazado por piel humana, a la vez que sus colmillos regresaban a su tamaño habitual, junto a su estatura y la longitud de su melena. Se sentó a su lado, ahora seguro de que su fuerza de bestia no causaría destrozos.

Mientras, la cocinera regresaba con un plato para cada uno, en el cual reposaban tres tostadas untadas de aceite, con dos vasos de zumo de naranja. Dedicó una sonrisa dulce a Isil, quien había alzado el rostro para mirar su desayuno. A su vez, la mujer dejó dos pastillas al lado del plato que le entregó al lobo.

- Esto te ayudará a mantenerte despierto -le dijo-, pero procura dormir bien esta noche. Y tú -se dirigió a la joven- toma tu medicación una vez termines. Cómelo todo.

Asintieron y ella se alejó, para retomar los desayunos.

Isil troceó la primera tostada y fue tomando los pedazos uno a uno, dándole placer a su paladar. Hacía horas que no pegaba bocado, y ese pan le estaba entrando bien. Rodó sus ojos de su plato a su lobo, quien estaba bebiendo aquel líquido naranja. ¿Desde cuando se había vuelto tan... hermoso?

- Hueles increíblemente bien.
- ¿Uh? -fue la respuesta del lobo- Será el gel.
- No, no es eso.

Él despegó sus labios, pero no dijo nada. Dirigió su mirada bicolor hacia el plato casi vacío -él comía más rápido- y suspiró. No sabía si fiarse del cambio del olor que procedía de su loba. Ese momento no era el adecuado para pedirle eso. Demasiado tentador...

- Isil...
- ¿Sí?
- Em... esto no es fácil, pero... ¿querrías...? -vaciló- No, olvídalo.

La loba enarcó una ceja. El aroma del lobo había cambiado de repente, delatando su seguridad y un anhelo que no podía descifrar. Era... adorable.

Terminó su desayuno y se tomó las medicinas. Antes de que recogiera la cubertería, su lobo lo hizo por ella. Esperó en la mesa hasta que él regreso y abrazó su cintura. Él pasó su brazo por sus hombros, guiándola hasta la salida.

Iba a ser un día muy duro.

El recorrido hacia el comedor fue interesante, recorrer las instalaciones mientras los chicos del dormitorio los guiaban enseñándoles donde estaban las cosas y demás. Un grupo de chicas cruzaron con ellos y Lance no paro de coquetear, era ver a las chicas de arriba a abajo con disimulo mientras les sonreía como un entando y entre ellas mismas cuchicheaban, mientras que Armin solamente paseaba y saludaba con un “Hola” a las chicas a la par que caminaba distraídamente con los demás.

La llegada al comedor fue mas guiada por el olfato que por los chicos, Armin solo se dejo llevar por el olor y con los ojos cerrados siguió caminando, mientras su estomago empezaba cada vez mas a protestar por la falta de comida. Las chicas que pasaban a su lado se encontraban un poco contrariadas: ¿Qué clase de chico es este?, ¿Porqué teniendo enfrente a chicas tan guapas porque simplemente permanece con los ojos cerrados y camina?. Un gruñido en el área del estómago resonó por el pasillo, haciendo que Armin se sonrojara un poco y abriera sus ojos, aquellos ojos grises con un ligero tono azulado ,su tez clara parecía iluminar el pasillo tenuemente e incluso la voz armoniosa, ligera e incluso un poco sensual, aterciopelada hacia que poco a poco las chicas empezaran a sentir una atracción hacia aquel chico que parecía demasiado encantado con el aroma de la comida como para observarlas detenidamente, viendo a las jóvenes que poseían espigadas figuras e incluso una con el cabello platinado y ojos ambarinos resultaron totalmente olvidadas por Armin. Mientras que para Lance la atención era algo a lo que estaba totalmente acostumbrado y utilizando un tono de voz también aterciopelado empezó a acercarse lentamente a las chicas y poco a poco empezó a platicar con ellas; hasta hacerlas reír, el encanto que poco a poco empezaba a acercar a mas chicas, los chicos que los acompañaban empezaron a envidiar a los nuevos: Lance parecía estar demasiado ocupado y olvido por un rato el hambre, mientras que Armin simplemente era detenido por las chicas y el solo pensaba en lo deseoso que se encontraba por comer algo no estaba poniendo en realidad atención a lo que estaban diciendo hasta cierto modo solo podía ver como se reían tontamente pareciendo muñecas huecas algo a lo que ya estaba acostumbrado pero quería huir un poco de ello. El hambre parecía ser cada segundo mas fuerte que él mismo, incluso un smootie de fresa le caería de maravilla y entonces se le ocurrió una manera de tratar de desaparecer de las chicas.

-Me gustaría continuar con la conversación, pero quiero comer una hamburguesa de doble con papas fritas y un vaso enorme de refresco.

Las chicas soltaron una risotada, llenando el pasillo de una risa que de repente de un vacio muy grande: Esa es una expresión demasiado conocida en el mundo del modelaje era una broma, una de mal gusto. Armin se vio ligeramente contrariado ¿Porqué se ríen?, ¿Acaso creen que no me la comería?. Fue entonces cuando abrió de golpe la puerta del comedor, y sin observar nada solo grito: ¡Quiero una hamburguesa doble con papas fritas y refresco!.

Las mejillas de Armin se empezaron a sonrojar, ese día había muy poco movimiento en el comedor y aun así, las risas inundaron el lugar y su momentáneo enojo e impulso cambio camaleónicamente a una especie de vergüenza e inseguridad. Fue entonces cuando un chico del comedor con un delantal simplemente se rió, llevaba una redecilla sobre su rubia cabellera y solo respondió con la pala con la que estaba volteando un pedazo de carne: ¡Hoy no es día de hamburguesa, pero puedes comer pescado frito con papas fritas yanqui!.

Armin se río aun avergonzado de si mismo y se dirigió a aquel hombre tomando una charola y aun un poco cabizbajo. Cuando llegó con el cocinero que le había respondido, el hombre simplemente le sonrió mostrando ternura y simplemente le sirvió una hamburguesa doble con papas fritas.
– Es mejor que no digas nada, no quiero tener favoritismos pero la verdad es que fuiste demasiado divertido. Solo por esta vez haré una excepción contigo, después de todo hoy no hay muchos testigos. Comentó en voz baja el chico mientras guiñaba de manera divertida y riéndose en lo bajo, pese a que su cabeza estaba ligeramente curveada hacia la izquierda viendo hacia el interior de la cocina donde un pequeño grupo de cocineros estaban empezando a tomar un tono alegre y confidencial.
– Muchas gracias por todo, la verdad me estoy muriendo de hambre, respondió pacientemente Armin mientras solo veía como la carne desprendía sangre y poco a poco se iba cociendo.
– Vaya chico, de verdad que te estas muriendo de hambre, definitivamente tu acento es totalmente delatador yanqui.
– Que despectivo señor, perdone pero ¿Cómo se llama?
– Jones, Anthuan Jones.
– Muchas gracias, dijo aun antes de que le sirviesen.
Y de la nada una cocina se acercó al Anthuan de tal modo que el solo estaba prestando atención a la carne. Ella le sonrió y saltó la barra que los separaba, Anthuan le paso una charola con comida y después le dio a Armin la charola con la hamburguesa relamiéndose los labios al momento de verla completa.
-Sigue a la chica, yanqui, ella tiene mas comida para tí y no aceptamos que nos decepciones. Debes de terminar todo.
– No se apure señor, eso haré

Las risas continuaban dentro y fuera del comedor, Lance había sido buscando por las chicas que Armin había abandonado y ni siquiera había dudado en aceptarlas con él. Así que cuando él entro en el comedor estaba rodeado de unas 10 chicas con diferentes tonos de piel, cabello, ojos, algunas exuberantes y otras simpáticas o amables. Las miradas curiosas rondaban alrededor del rubio cuyos ojos grises solo buscaba “nuevas víctimas” de su encanto.

El alboroto causado por Armin y la sensualidad que desprendía Lance, una pareja dispareja, las chicas se sentían atraídas a la forma de ser de ambos chicos. Aunque había algo en Lance que no permitía que cayeran totalmente a sus pies.

Lance coqueteaba y poco a poco se dirigían al comedor sin demasiada prisa, mientras las pocas chicas que le seguían reían y se divertían del extraño sentido del humor del rubio, un sentido del humor totalmente inglés Sarcástico, correcto, a veces un tanto vulgar o a veces rayando en una extraña elegancia: El mismo podía ser clasificado por una especie de Jeckyll y Mr. Hyde, conteniendo una locura interna, siendo atrayente, provocativos y sin embargo el aludido ya se sentía deseoso de verse en el espejo para observar su reflejo, cuyas facciones el podía quedarse viendo a detalle por horas.

La tarde pasó rápidamente y poco a poco el comedor se fue despejando mientras que el centro de atención que provocaba Lance era una multitud de gente a su alrededor y Armin solo platicaba con los cocineros alegremente, en especial con una cocineras platicando acerca de comida y vinos además de que se les unía el Anthuan que se preparaba para descorchar una botella de vino para empezar a elaborar un postre para el comedor, Armin empezó a sonreírles alegremente mientras que se colocaba del otro lado de la barra, se arremangaba la camisa y con un pequeño giro en la cabeza a la par de lavarles las manos pedía un delantal y empezó una orquesta de sartenes y ollas mientras que poco a poco el postre fue elaborándose en una sinfonía entre las risas y el olor ligeramente afrutado del vino consumiéndose lentamente en el sartén.

Las personas despejaron totalmente el comedor a las 8 de la noche, dejando a Armin con los cocineros en el centro de la cocina tomando un poco de flan y pato con vino tinto. Lancelot se dirigió con los demás a la sala de estar donde solo estuvieron tomando un poco bebidas preparadas por el barman y platicando antes de regresar a los dormitorios, donde al día siguiente según les decían debían de ir a la revisión médica. Los chicos nunca preguntaron el grado en el que estaban, porque había escuchando un rumor acerca de nuevos estudiantes y con la mente torcida supieron que eso sería el arma maestra para alejarlos de las chicas; aunque en ese momento, el encanto de Lance era poco a poco ensombrecido por la manera en que hacía que tomaran las chicas.