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Emergency 24 h

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Mensaje  Mercurie Lampe Dom Feb 08, 2009 11:14 am

Emergency 24 h Hospit10


Última edición por Mercurie Lampe el Jue Abr 02, 2009 12:57 am, editado 1 vez
Mercurie Lampe
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Neko Yakuzas' Wife
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Hoja de personaje
Frase PJ1: "Como ser humano lo mereces todo. ¿Entiendes? ¡TODO!"
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Emergency 24 h Empty Mes 1 - Día 2

Mensaje  Invitado Mar Feb 24, 2009 7:34 pm

Le había costado, pero por fin, después de varios minutos que le parecieron sencillamente un infierno, había llegado al hospital. Se detuvo a unos pasos de las puertas de entrada, intentando recuperar el aliento. Muy a diferencia de antes, cuando se había visto forzado a correr, ahora su cuerpo realmente mostraba las señales comunes del cansancio. Respiración difícil y entrecortada, su corazón latiendo con mayor velocidad. Era la primera vez que sentía algo semejante.

-¡Oh!

Escuchó a alguien exclamar. Elevó levemente la mirada, para encontrarse a una enfermera caminando apresuradamente hacia él, con expresión preocupada.

-Vaya, ya se había tardado en llegar alguien de la primera clase de Marian. Vamos, chico, rápido. ¡Pero qué pálido estás! ¿Cuánta sangre es que has perdido?

Aleix no respondió. Sintió a su cabeza dar vueltas mientras la mujer lo arrastraba hacia el hospital. Se sintió al borde de vomitar, más su mente le recordaba que no tenía nada que expulsar de su vacío estómago. Sentía a sus ojos querer cerrarse y a sus piernas querer ceder, mientras la fuerza de la enfermera lo guiaba hacia un cuarto desconocido del hospital.

-¿Cuál es tu nombre, muchacho? No recuerdo haberte visto aquí en la revisión de ayer.

-A... leix... Maxwell -musitó de manera entrecortada, sintiendo una arcada presionándole el estómago y la garganta. Atravesaron unas puertas de cristal y se dirigieron al interior de otro cuarto, afuera del cual Aleix apenas logró distinguir la palabra "Emergency" escrita por encima de las puertas. Llegaron a una sala no muy amplia, con varias camas dentro, cada una de las cuales tenía una cortina que las rodeaba. La enfermera guió a Aleix hacia una de las camas, indicándole que se sentara sobre ella. El ojigris obedeció, haciendo muecas de dolor al sentir como las piezas de metal se removían en su cuerpo con cada movimiento extraño que hacía.

-De acuerdo, muchacho, ¿eres alérgico a algo? ¿Conoces tu tipo de sangre?

-Sangre... cualquiera -dejó salir, esperando que la enfermera le trajese al momento algo de beber. Eso, antes de que se rindiera al impulso de su cuerpo por saltarle encima, el cual, milagrosamente, había logrado contener hasta ahora.

-¿Cual... eres un vampiro? -preguntó la mujer, con un tono que de pronto había perdido la seriedad. Como si el hecho de que Aleix fuese un 'vampiro' hiciese a la situación mucho menos preocupante.

-Algo así... por favor...

La mujer asintió con entendimiento y se volteó, caminando velozmente hacia otra habitación. No pasaron más que un par de minutos, antes de que la enfermera regresara con una bolsa llena del vívido líquido rojo, entregándosela a Aleix.

-Ahí está, bebe.

Aleix no necesitaba que se lo dijeran. Su cuerpo se había movido de manera instintiva una vez la bolsa estuvo en su poder.

La sensación al beber la sangre había sido extremadamente reconfortante. Lentamente, su cuerpo se iba deshaciendo de todos los malestares.

-Te quitaré estas, muchacho -dijo la enfermera, antes de comenzar a retirar las piezas de metal de su cuerpo.

Un suave tintineo sonaba cada vez que una de las estrellas metálicas caía sobre la bandeja que la enfermera había traído consigo. El dolor de sus heridas iba perdiendo lentamente su intensidad, hasta desaparecer. Su piel, una vez librada del intruso, iba regresando de manera natural a su estado previo, libre de cicatrices o cualquier otra cosa que indicara que había estado herido.

-¿Sabes? Si hay algo que me gusta de los demonios y de los vampiros es que, en general, sus vidas son las menos frágiles.

Aleix la miró.

-No hay que preocuparse por ellos. No se mueren tanto. Y aún si lo hacen, ya vivieron lo suficiente, ¿no?

Aleix parpadeó un par de veces. La enfermera le sonrió.

-Listo. Me parece que con esto estarás bien. Deberías ir a bañarte y cambiarte para tu próxima clase. Y no te preocupes, es bastante normal que las clases de Cross Marian manden a los estudiantes al hospital. No te bajarán puntos por eso.

Aleix lo dudaba. Sin embargo, no dijo nada y se bajó de la cama, tambaleándose un poco al principio. A pesar de que las heridas habían desaparecido, su cuerpo seguía algo débil.

-Gracias... -susurró, antes de salir del cuarto algo apresurado, queriendo deshacerse cuanto antes de la ropa y de la suciedad, que olían desagradablemente a culpa.


Última edición por Invernal el Lun Mar 02, 2009 10:20 am, editado 4 veces

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Emergency 24 h Empty Mes 1 - Día 3

Mensaje  Mercurie Lampe Miér Feb 25, 2009 3:08 am

Gracias I-chan ^^

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Tiraba de ella con fuerza, sin molestarse en que la pelinegra le siguiera los pasos. Se sentía irritado debido a los sollozos de la loba quien, aunque había dejado de sangrar -y no entendía cómo era eso posible-, había estado derramando lágrimas desde que se alejaron de aquella sala. No entiendo como puede ser tan bipolar, pensó.

La empujó hacia la puerta automática y lanzó una afilada mirada a la recepcionista, quien se encontraba embobada maquillándose en un espejo. Esta articuló un grito ahogado cuando vio la sangre que teñía los cabellos platinos de la loba. Entró corriendo por una puerta que en lo alto se sostenía un cartel que en letras rosas pastel estaba escrito “emergency”, y de la misma salió el rubio nigromante. Fausto miró incrédulo a su alumna, y en sus ojos pudo ver que la culpable de sus heridas había sido ella misma.

- ¿Qué has hecho, criatura? -ella se lanzó a sus brazos como respuesta, aferrándose a él con fuerza.
- ¡Haga el favor de hacer algo por ella! -exclamó el Uchiha. El rubio le respondió con una mirada de desaprobación e hizo un gesto a la recepcionista para que les retuviera en uno de aquellos asientos mientras él se llevaba a la híbrida a la sala de emergencias.

La inglesa no rechazó el asiento, a diferencia del japonés, el cual murmuraba maldiciones entre dientes. Saya le observó curiosa durante unos segundos antes de abrir sus labios para hablar.

- No sabía que podías preocuparte tanto por alguien -pronunció con voz bajita, casi en un susurró.
- Cállate, perrito faldero.
Ante esas palabras, la ojigris quiso responder con el mismo veneno que las palabras del Uchiha, pero el hielo que cubría las patas de los asientos la obligó a calmarse y a permanecer tranquila.

**********


- Tranquilízate, respira hondo y cuenta hasta diez -pedía el doctor mientras buscaba el origen de la herida, aunque sólo encontró el inicio del rastro de sangre en la cabeza de la loba-. Los lobos sanan rápido... Limpiad la herida y el pelo, y traed el carro de transfusiones.

Las enfermeras se movieron con rapidez y agilidad, acatando las órdenes del doctor nigromante. Él se inclinó hacia Isil, sosteniendo su mano mientras con su otra extremidad libre le secaba las lágrimas que continuaban corriendo por sus mejillas.

- Señorita Lampe, ¿va a explicarme qué ha ocurrido? -cuestionó educadamente desde su posición de doctor y maestro.

Ella inspiró hondo antes de hablar, buscando las palabras adecuadas para que él entendiera algo que ni ella misma comprendía; su actitud hacía escasos minutos. Todo había sucedido demasiado rápido y no conseguía aclarar las imágenes grabadas en su mente del intervalo entre sus palabras insultantes hacia su lobo hasta que alcanzó a su compañero. Eran imágenes turbias, como si fuese un sueño, pero el dolor de su corazón -más punzante que el de su cabeza- era demasiado intenso para que hubiese sido una ilusión. No lograba encontrar una explicación lógica.

- Soy horrible -tragó saliva-. Le dije a Giro que era un estúpido lobo y que callara. También le llamé imbécil y me fui tras Sasuke Uchiha.
- ¿Por qué sucedió eso? -indicó que iniciaran la transfusión.
- Sasuke... Él dijo cosas feas... ¡Nada de lo que dijo Sasuke es cierto! -voceó- Giro es un regalo del cielo... es él quien no merece a alguien como yo.
- Isil, eso está en su juicio, no en el tuyo -ella negó con la cabeza.
- Hoy he demostrado que él no me merece... pero yo le necesito... -hizo una pausa antes de continuar relatando los hechos- Tras eso, Giro respondió más acidamente y yo... pronuncié esas palabras. Siempre le he llamado lobo estúpido afectuosamente, pero jamás había cambiado el orden... ni siquiera le llamé imbécil alguna vez, por más enfadada que yo estuviese.
- ¿Y por qué crees que hoy lo has hecho?
- No lo sé... Fue un cúmulo de emociones que me pusieron muy nerviosa... El olor de Giro, el de Sasuke, y... -titubeó- el del Záitsev. Es extraño porque me he encontrado con situaciones más tensas que implicaban a mi compañero y yo nunca reaccioné así. No lo comprendo...

Fausto sujetó con más firmeza la mano de la loba, la cual iba tomando color en su rostro tras la transfusión sanguínea. Los maestros comentaban entre ellos lo unidos que les veían, pero él se había percatado mejor que nadie de los estrechos lazos que mantenían a sus dos alumnos mitad bestias. Había sido justamente el día anterior, cuando se dirigió hacia el dormitorio de chicas para comprovar su estado mental. No era sólo la forma en la que él la sostenía, también como ella se aferraba a su compañero. El rubio comprendía a su alumno, aquel anhelo de proteger a quien amas de todos los males y el dolor; algo que él mismo no pudo lograr.

- ¿Cuando te fuiste tras Uchiha...? -sus ojos azules viajaron hacia el cabello platinado aún teñido.
- Le alcancé, y fue cuando me di cuenta de cómo había actuado... Me sentí tan horrible que comencé a ahogarme, y sostuve mi frente contra la pared... -hizo una pausa- Supongo que no supe controlar mi fuerza cuando golpeé mi cabeza sobre aquella superficie por tercera vez.

El doctor puso los ojos en blanco.

- Sasuke me agarró por los hombros y me jaló hacia atrás, entroces llegó Sayaka Takahashi donde nos encontrábamos y nos vio. Luego llegaron los demás y... Giro estaba dispuesto a acabar con la vida del Uchiha -su voz se quebró-. Mi lobo creyó que él me había embestido contra la pared por como me sujetaba... Nosotros tenemos sangre de bestia, nos entrenan para atacar como lobos... Luchamos como tal, y por eso debemos controlarnos mucho, aunque no tenemos tanta sed de sangre como los demonios.

- ¿Hubieras dejado que Schwärzwolf lastimara a Uchiha? -ella negó con la cabeza.
- ¿Cómo iba a permitirlo? Él es tan... calmado y controlado, pero se vuelve un verdadero lobo cuando lastiman a alguien a quien quiere...
- Y él te quiere.
- Sí... Y creo que le decepcioné cuando le dije que había sido yo misma quien... -suspiró- ¿Puedo contarte algo sobre las tradiciones lupinas?

**********


Se sentía tan extraño. Era impropio de él echar cosas en cara a alguien que acababa de conocer sobre cosas que desconocía totalmente, aunque mucho más comportarse de forma protectora con alguien; y por si fuera poco, una mujer. Todo había sucedido demasiado rápido, y el sentimiento de angustia que le recorrió cuando ella comenzó a sangrar no se había ido aún.
La mera presencia de la inglesa le irritaba. Era molesto que cada dos minutos los asientos se congelaran, o mejor dicho... los inestables eran molestos. Si ella no estuviera allí la resultaría mucho más fácil tranquilizarse hasta que el doctor vicioso permitiera salir a la híbrida de la sala de emergencias. Tanto la bestia como el doctor muerte son unos captores.

- ¿Sasuke Uchiha?-pronunció una voz femenina. Él se alzó sin pensarlo y se dirigió hacia la enfermera, con el ceño fruncido. Ella le hizo un gesto con la mano para que la siguiera.

Recorrió toda la sala blanquecina buscando la mirada de la loba, hasta que la encontró. Se encontraba sentada sobre una camilla, junto al maestro rubio, a su lado. No vio ningún rastro de sangre en el cabello platino, ni vendas sobre su frente, excepto un pequeño algodón sobre la vena del antebrazo derecho pegado en su piel nívea. Él se acercó sin que nadie se lo pidiera.

- ¿Estás bien? -ella asintió. El pelinegro notó que se sacaba un gran peso de encima- ¿Cómo es posible que...?
- Por mi raza. Algo así no puede acabar con mi vida.
- Aún así...
- He pedido que te llamaran porque quiero explicarte algo -le interrumpió. Respiró hondo y continuó-. Giro me salvó la vida hace siete años, es más, me la devolvió. Intenté suicidarme cuando me pasó el efecto de la ira provocada por la causa del fallecimiento de mi hermano, quise seguir sus pasos -tragó saliva-. Él impidió que me dirigiera al bosque, dándome un motivo para vivir.

El pelinegro empalideció. Desde que perdió a su familia nunca se había planteado la eutanasia. Él tenía un objetivo muy claro que iba a conseguir costase lo que costase, no tenía tiempo para pensar en su muerte.

- Hemos estado juntos durante casi toda nuestra vida, y somos pareja desde que mi hermano murió. Mi lobo siempre ha cuidado de mí, así que no tienes derecho a reprocharle nada -endureció sus palabras-. No hay nadie mejor que él para mí, es mi único.
- ¿Vas a darme la charla cuando has sido tú quien se lleva la medalla de oro en ser ácida? -se burló. Ella frunció el ceño.
- Sé lo mal que me he portado con él, pero ese no es el asunto del que quería hablarte.

Agachó su cabeza para que el joven no se percatara de las lágrimas que nacían de sus ojos de mercurio. Entreabrió sus labios varias veces antes de alzar su mirada y hablar de nuevo.

- Debes buscar a una compañera -alzó su mano para evitar que la interrumpiera cuando el Uchiha soltó una risa nerviosa-. ¿Qué habrá cuando cometas tu venganza y tu corazón se vacíe del odio que ahora lo llena?

Nada, absolutamente nada. ¿Pero qué importa?

- El amor vuelve débiles a las personas y el odio las fortalece, pero si amas a alguien de verdad no caerás, y si dejas que la hostilidad te abrace, tu corazón y tu alma se consumirán. ¿Por qué crees que yo sigo aquí?

El pelinegro no respondió, es más, no quiso hacerlo. Veía a la loba como alguien muy parecido a él, pero a la vez muy diferente. Si en el corazón de ella había espacio para el amor, era porque su odio no era tan fuerte como el suyo.

- Giro me dio su corazón porque yo me quedé sin, y lo compartimos. Cada vez que me tambaleo él me atrapa, y si caigo, me espera hasta que pueda alzarme. Es nuestro amor, un camino que hacemos juntos pero a la vez separados -extendió su mano para agarrar la del pelinegro y la acarició-. Por más que nosotros discutamos, peleemos, nos enfademos... siempre nos vamos a amar, y seguiremos nuestras tradiciones.
- ¿Qué tradiciones? -arqueó una ceja. Se sintió estúpido e ignorante, pero el mundo no humano era casi nuevo para él.
- "Si tu corazón realmente pertenece a la persona cuya vida compartes, te abstendrás hasta la pedida de mano".

El ojinegro ahogó una risa. Las bestias se guían por instinto y necesidades, en cuanto llega la época de reproducción se juntan, y si te he visto no me acuerdo... Oh, bien, él no sabía nada de lobos, y la mirada afilada de Isil lo corroboraba.

- Aún no entiendo porqué me estás explicando esto.
- Sasuke, Giro me ha pedido que me case con él -el japonés dejó caer su mandíbula, perplejo.

**********


- No olvides tomarte tus medicinas. Ya sabes lo que tienes que hacer, ve con él. Cuídate, señorita Lampe -se despidió el rubio.

Ella asintió mientras Saya la agarraba del brazo y la ayudaba a caminar. Volteó para despedirse del doctor y cuando quiso dirigir su mirada al pelinegro este se alejaba a grandes zancadas hacia otra ala del instituto.

- ¿Seguro que estás bien? -cuestionó preocupada la ojigris. Isil asintió.
- Ahora llévame de vuelta a la sala, por favor.

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